Muchos se preguntan cómo es que algunas personas llegan a ser videntes, cómo se adquieren esas poderosas armas de premonición… Pues bien, la realidad es que los videntes más legítimos con aquellos que son videntes de nacimiento, es decir, tienen premoniciones o son capaces de percibir energías y sensaciones desde pequeños, sin haber adquirido ninguna técnica.
De hecho, la videncia no se enseña. Tiene que ver con un don personal, que se encuentra en los genes, y que dota a una persona de una sensibilidad mayor, una percepción mucho más aguda y, a veces, de capacidades realmente increíbles que se asocian a la premonición y a la adivinación.
En muchas ocasiones, los videntes de nacimiento tienen visiones involuntarias y deben aprender a disciplinar su mente, a educarla de modo que las percepciones sean siempre voluntarias, y que siempre estén dirigidas a la consecución de un fin noble, como ayudar a una persona en momentos de crisis, o facilitar el trabajo de una investigación, por ejemplo.
¿Cómo son los videntes?
Existen muchos mitos que rodean a la imagen del vidente, cuando en realidad puede tratarse de cualquier persona que nos cruzamos por la calle. Ellos, simplemente, tienen la capacidad de ver más allá de la apariencia. En ocasiones es una cuestión extrasensorial, como cuando un vidente reconoce malas energías o auras muy fuertes; en otras, el vidente precisa de ponerse en contacto con algún sentido, como oler una prenda, tocar las manos y otros mecanismos.