Todos queremos saber que hay entre la vida y la muerte. Queremos saber de nuestros seres queridos fallecidos, de cómo están, decirles aquello que no dijimos en su momento. Muchas veces deseamos que nos guíen en nuestras decisiones importantes o las del día a día, o simplemente sentimos curiosidad sobre aquello que nos espera a nosotros mismos.
En nuestra mente reside el poder para responder a todas esas interrogantes y curiosidad .La mente tiene un enorme poder entre estos dos mundos. A la comunicación que puede darse entre estos mundos se le llama Telepatía. La telepatía se refiere concretamente a las señales, ruidos, olores, y mensajes, que podemos percibir entre los dos mundos.
Durante el año que sigue a la pérdida de un ser querido, la percepción de señales que vinculan y conectan la vida y la muerte, es mucho más fuerte. Es sumamente importante para nosotros poder ayudar o comunicarnos con nuestros seres queridos, aunque hayan fallecido. Esa ayuda que podemos prestarles depende esencialmente del karma.
Cómo percibimos las señales que comunican ambos mundos
Lo primero que debemos saber, es que, al dejar nuestro lado carnal y abandonar nuestra vestidura seguiremos siendo en nuestra siguiente vida tal y como hemos sido en la primera. Si nuestro karma ha sido “pesado” ( o nuestra misión ha quedado inconclusa), tendremos más dificultades para abandonar el mundo terrenal.
Para explicarlo de una forma clara, decimos que cuando una persona abandona su vida habiendo resuelto su misión o karma, estará a un nivel diferente que aquella persona que haya sido arrebatada de la vida de forma inesperada. Por ello se suele decir que hay estancias o niveles en el más allá. Que este no es uniforme y que cada persona llega a una instancia o nivel de acuerdo al cumplimento de su misión.
Cuando una persona interrumpe su misión abruptamente (tal puede ser el caso de una persona que se ha suicidado o a la que han asesinado) el dolor hace que en esos momentos no tengamos esa paz y nuestra mente y corazón no nos dejen recibir esa comunicación con ella.
Solo cuando tenemos tranquilidad, paz y equilibrio de espíritu es cuando podemos sentir y percibir las señales que comunican ambos mundos. Esto no significa que la comunicación entre ambos mundos solo se dé cuando estemos en total paz con nosotros mismos, porque construir una paz completa es difícil. Significa que si buscamos con énfasis la serenidad y la tranquilidad, la percepción de dichas señales es más fácil de producirse y la capacidad de saberlas interpretar también es mayor.
Ellos nos ven y saben de nosotros
En cualquier caso, no debemos obsesionarnos porque son aquellos que nos han dejado, los que deciden, cuándo, cómo, a quién, y a través de quién o qué se van a manifestar. Debemos de ser pacientes, ellos nos ven y saben de nosotros.
Una vez que nuestros seres queridos nos han transmitido lo que quieren decirnos su presencia se disminuye, pero no por ello dejan de estar ahí, entre nosotros.
Cuando un ser fallecido se comunica con nosotros, y lo hace a través de diferentes personas dentro de una misma familia, las interpretaciones del mensaje pueden ser muy diferentes, dependiendo del lazo de unión entre ambos e incluso del estado de ánimo de cada familiar. Precisamente porque es una comunicación que incluye a seres que se encuentran en mundos diferentes es una comunicación variada que puede significar para un miembro de la familia algo y para otro puede significar otra cosa.
Lo más importante es que estemos conscientes que tenemos la capacidad de percibir los mensajes que nos envían nuestros seres queridos, que necesitan transmitirnos y que esta capacidad depende de nuestra disposición mental y afectiva, de nuestra empatía y de la convicción de que ambos mundos pueden encontrarse comunicados y en armonía.
Porque no estamos solos ni en la vida, ni en la muerte.