A menudo sentimos que nuestros pies están separados del resto del cuerpo, y pocas veces les damos la importancia que se merecen. Sin embargo, estas estructuras frágiles y delicadas representan nuestra base, nuestros cimientos, no sólo porque soportan el peso corporal sino porque reflejan nuestra manera de estar en el mundo.
Los pies son nuestro canal de comunicación y encierran una de las llaves de la curación y un cofre de energía. Siempre podremos encontrar en ellos una zona correspondiente a las diversas partes del cuerpo.
La aplicación regular de masajes sobre los pies evitará la congestión de energía permitiendo que ésta fluya libremente y nos provea de bienestar físico, mental y emocional.
Tiéndase en el suelo, sobre una manta, en posición de reposo. Coloque la pantorrilla de la pierna derecha sobre el muslo de la izquierda, de manera que el pie quede en posición flotante.
Tome el pie derecho, tóquelo, acarícielo con cuidado durante 10 segundos.
Tome la prominencia de la planta del pie y realice 3 rotaciones en el sentido de las agujas del reloj. Luego, otras 3 en sentido inverso.
Tome los dedos del pie con una mano y con la otra, estabilícelo. Haga girar todos los dedos 3 veces en cada dirección. Reitere esta técnica con cada uno de los dedos. Esta técnica es importante pues cada dedo refleja la cabeza, el cerebro, los ojos, la nariz, la boca y los senos frontales.
Apriete y comprima cada dedo desde la punta hasta llegar al pie. Esto permitirá que la sangre regrese al corazón.
Introduzca su índice entre cada dedo y deslícelo 3 veces hacia atrás y hacia adelante.
Con sus pulgares aplique un masaje circular en toda la planta del pie.
Con el pulgar y el índice pellizque y retuerza la piel del borde externo del pie.
Aplique una firme presión de 5 segundos con el dedo pulgar desde el borde interno del talón, el arco, hasta llegar al dedo pulgar.
Aplique masaje en las zonas situadas debajo de los dedos y presione de 3 a 5 segundos los huesos.
Coloque sus dedos en los espacios que hay entre los huesos del metatarso. Desde el nacimiento de los dedos vaya deslizándolos, subiendo después por el empeine. La importancia de esta técnica radica en que influye en el tórax, el pulmón y el pecho.
Apoye el pie derecho sobre el muslo izquierdo, tome sus tobillos y aplique un masaje con todos sus dedos en ambos huesos del mismo. Muévalos al unísono mediante un masaje circular.
Con su pulgar e índice aplique una firme presión de 5 segundos en el hueco situado entre el tobillo y el talón.
Luego con 3 dedos (índice, pulgar y medio) aplique un masaje y apriete el tendón de Aquiles. Esta técnica beneficia afecciones del nervio ciático, el recto y los órganos sexuales. Una vez que finalice con un pie, continúe con el otro reiterando las mismas técnicas.